Jazz en Dominicana - Serie Entrevistas 2020: Jordi Masalles
Hacía mucho tiempo que quería entrevistar a Jordi, por diversas razones, la más importante de todas era para que muchos pudieran conocerlo - al Arquitecto de profesión, músico por pasión; pero sobre todo al ser humano y amigo.
Jordi es un ser muy especial y le adornan muchas cualidades, entre estas la honradez, el optimismo, el respeto, la humildad, y la empatía.
Nos sentamos recientemente a conversar por los medios digitales que se han convertido en herramienta cotidiana en esta nueva realidad, que desde marzo de este año, vivimos. Un conversado para compartir, intercambiar ideas .. y dialogar sobre el presente actual y el nuevo ciclo de 365 vueltas al sol que se nos acerca.
Masalles descubrió su pasión por la música a los 21 años, cuando comenzaba a dar sus primeros pasos con el grupo Módulo (1980) en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en la que se graduó de Arquitecto con honores en 1984. Ha tocado junto a músicos de la talla de Gonzalo Rubalcaba, Guillo Carías, Manuel Tejada, Manuel Sánchez Acosta, Luis Días, Rafelito Mirabal, Jorge Taveras, Ana Marina Guzmán y otros más. En 1981 es llamado para tocar en un concierto de Ana Marina Guzmán (miembro fundador del grupo Convite) en el Teatro Ballet Santo Domingo, y es cuando se adentra en el estudio de los ritmos folklóricos criollos (palos, balsié, mangulina, etc...) con la guía del gran percusionista, Isidro Bobadilla (El Boba), quien en ese entonces fungía como director musical del ballet folklórico Nacional, que dirigía el maestro Fradique Lizardo. Fue miembro fundador del grupo Transporte Urbano (1982), de nuestro Luis “TERROR” Días, para el cual reclutó a los renombrados músicos, Juan Francisco Ordóñez y Héctor Santana.
En 1983 es invitado a tocar en el evento “Jazz Sinfónico” organizado por Guillo Carías, dicho evento fue un experimento como parte de la temporada de la Orquesta Sinfónica Nacional de ese año, en el que también participó el grupo 440 de Juan Luis Guerra. Luego de concluir su tesis y graduarse de Arquitecto, entra en 1984 a formar parte del grupo de Fernando Echavarría y la Familia André, con quienes permanece durante más de un año, participando en una gran cantidad de grabaciones, conciertos y giras. Al entrar a formar parte de este grupo, conoce a Iván Carbuccia, con quien se embarca en la formación de un trio de jazz. En 1988 compuso la música de Tureiro, una obra de ballet presentada en la sala principal del Teatro Nacional, con coreografía de Eduardo Villanueva, basada en los escritos de Fray Ramon Pané sobre las cosmogonía de los taínos a la llegada de los españoles a la isla. Los escritos fueron declamados por el inmenso Pedro Mir, nuestro Poeta Nacional.
Jordi se ha mantenido ligado al jazz por más de casi 40 años, y actualmente toca con su grupo, Tiempo Libre, a lo largo de toda la geografía nacional. Es un gran honor el compartir con nuestros lectores el resultado de nuestro ¨conversao¨. y, he aquí, a continuación, nuestra entrevista, larga y excelente manera de terminar la serie de entrevistas 2020:
Jazz en Dominicana (JenD): Iniciamos la entrevista pregunto ¨Quien es Jordi Masalles según Jordi Masalles ¨?
Jordi Masalles (JM): Jordi Masalles es una persona muy afortunada y agradecida a la vez. Cuando me presentas en tus eventos siempre dices: "arquitecto de día y músico de noche", y efectivamente, el haber podido desarrollar esta "doble vida" ha sido una verdadera bendición.
Soy muy afortunado de contar con tu amistad y, si bien siempre reconoces el apoyo que te di en tus inicios por estos periplos jazzísticos, soy yo quien te agradece que siempre nos invites a participar en tus espacios de jazz, esa lealtad (la que adolecen muchos "amigos") te da un valor humano increíble, asi que...gracias !
JenD: En que está Jordi en estos momentos?
JM: En estos momentos, Jordi está cuidándose mucho por el tema la pandemia, ya estamos reintegrándonos poco a poco a nuestra firma de arquitectura y practicando mucho debido a los toques de queda que nos obligan a recluirnos temprano en nuestras casas. Me llevé para mi casa la batería electrónica de mi yerno, Nono, para poder tocar donde vivo, es un juguete maravilloso !
JenD: Como te interesas por la música? JM: La música fue un gusanito que me acompañó siempre. Yo nací en Santo Domingo, en el año 1959, en la clínica Abreu. Al llegar a este mundo mis padres vivían en el edificio Buenaventura, que aún existe, en la calle Danae esquina Av. Independencia.
Mi papá fue el fundador de la carrera de química en la República Dominicana, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y en esos momentos era el director de la Escuela de Química. El régimen trujillista (1930-1961) ya estaba en decadencia y lo detuvieron, pues, como los estudiantes de química sabían hacer bombas, lo responsabilizaban a él como director de la escuela.
Con un bebe recién nacido, y un ambiente muy turbio, mi papá se asustó, pues ya en ese momento habían asesinado a las hermanas Mirabal y ya Jesús de Galíndez había “desaparecido”, por solo mencionar dos de los casos mas sonados, el régimen estaba llegando a su fin. Nos envió a mi mamá y a mí a Barcelona, de donde es originaria mi familia, hasta que él resolviera su situación y se reunió luego con nosotros allí, esta es la razón por la cual mis dos hermanos menores nacieron en España.
En Barcelona yo estudiaba en el Liceo Francés y me cuentan que destacaba en la clase de música, a un nivel tal que le dijeron a mis padres que debían ponerme en clase de música. Mi padre, intelectual de avanzada para la época, decía que este tipo de actividades no debían ser obligatorias, que debia preguntárseme, a lo cual les respondí que no, claro ! Y ahí quedó la música en suspenso.
Volvimos a RD en febrero de 1965, dos meses antes de la Revolución de Abril, y ese gusanito quedó dormido durante 15 años, solo salpicado por la presencia en mi casa de un pequeño órgano en el que sacaba de oído canciones como Por Amor, El Padrino, Rocky y otras mas. Lo mismo me pasaba con la guitarra, en la cual te puedo obtener los acordes de cualquier pieza, todo siempre a base de mi oído.
Mi adolescencia se orientó hacia el deporte de alto rendimiento, me dediqué en cuerpo y alma a la natación, llegando a ser miembro del equipo nacional de natación que representó al país en los XIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, Medellín, año 1978, y fui parte de la primera delegación de natación que participó en unos Panamericanos, los XIX Juegos Panamericanos, San Juan, año 1979. Incluso me ofrecieron una beca para ir a estudiar a Western Michigan University, pero en la casa no habían las condiciones para emprender esa aventura. Además, yo quería estudiar arquitectura, una profesión no compatible con una beca deportiva, por la cantidad de tiempo que requerían, tanto la carrera como los entrenamientos deportivos.
Con esta última participación concluyó mi carrera deportiva, y es ahí que el gusanito despierta de nuevo, ya con 20 años, y estudiando arquitectura, en ese mismo año me integro a un grupo musical de estudiantes de arquitectura llamado Módulo, en el que empecé ayudando a organizar el escenario y acabé tocando bongós y percusión menor. Me estreno el 22 de noviembre de 1979 en un concierto con Módulo en una cancha pública en la ciudad de Higüey. Recuerdo ese día con tal precisión porque el 22 de noviembre es el día de Santa Cecilia, patrona de los músicos, y aún mas importante para mí, es el día que cumplía años mi mamá.
Ahí empezó todo…
JenD: Que es para ti el Jazz?
JM: El jazz representa para mi una de las facetas mas creativas que pueda tener un músico, y en eso se parece mucho a mi profesión, la arquitectura. Cuando tocas una pieza de jazz nunca será igual a la próxima vez que la toques, no importa cuantas veces lo hagas, siempre encontrarás nuevas emociones que la harán diferente, interesante y divertida. De la misma manera, en arquitectura cuando, por ejemplo, diseño una casa, nunca será igual a la próxima que vaya a diseñar, esa variedad es vital en mi vida.
JenD: Como llegas a él?
JM: Tal como expresé antes, empecé tocando en Módulo, un grupo músico-vocal formado por compañeros de estudios de la Escuela de Arquitectura de la UASD. Cantábamos básicamente música del Caribe hispanoparlante, Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Colombia y Centroamérica.
Pero a mi siempre me llamó la atención el jazz, e iba a todas las presentaciones que podía de grupos como Barroco 21, donde tocaba Michael Camilo, y no me perdía ninguno de los grandes conciertos que se presentaron en el Chavón original, cuando aún no existía el anfiteatro, los conciertos se hacían en una tarima que se montaba frente a la iglesia de San Etanislao, allí vi tocar al Gato Barbieri, French Toast (en el que tocaba el mismo Michael), el grupo Mainstream, entre muchos otros.
Un lunes, no recuerdo el mes, del año 1980-81, fui a un lugar llamado El Bodegón, un bar-restaurant de la Ciudad Colonial, ubicado en la calle Arz. Meriño esquina Padre Billini, donde hoy se encuentra La Briciola, a escuchar a un grupo llamado 4 + 1 del maestro Guillo Carías, aunque iban en formación de 3 + 1, pues solo estaban Manuel (Tejada) en el piano, Wellington (Valenzuela) (EPD) en la batería y Cuquito Moré en el bajo, el 1 era Guillo.
Nos sentamos en la mesa de María Ramírez, esposa de Guillo, y ella me explicó que ese lunes era el aniversario de la actividad, que ese día iban todos los músicos que quisieran, con sus instrumentos, para hacer de la noche un verdadero “jam sessión”. Se me ocurrió decirle que tenía mis instrumentos de percusión en el vehículo y ella me incitó para que los buscara, yo le dije que se estaba volviendo loca, que esos eran músicos de verdad ! Ella se levantó y le vociferó a Guillo que yo tenia mis instrumentos en mi carro y él me dijo que los buscara.
Con mas miedo que vergüenza los busqué y me ubiqué entre el piano y la batería, medio escondido. Cuando empezó la música, yo en mis bongós, para mi sorpresa resultó muy fácil, es como si estuviera tocando sobre una grabación profesional, la música era perfecta, el tiempo, en fin lo disfruté mucho. Al concluir la noche Guillo me dijo que podía ir cuando quisiera, que le había gustado mucho como había tocado, y le tomé la palabra, fui todos los días de ahí en adelante.
JenD: Te iniciaste en percusiones. Como llegas a la batería?
JM: Empecé en la percusión porque lo que me cayó en las manos fueron unos bongós muy buenos que tenía Módulo, los cuales conservo al día de hoy, pero siempre quise tocar batería, era el instrumento con el que soñaba. Logré reunir US$ 600.00 y la novia que tenía en ese momento tenía un viaje a New York. Le pedí que me comprara una batería, cuando lo pienso ahora veo lo absurdo que fue, pero como soy muy afortunado, su hermana conocía a Manuel (Tejada) que estaba por coincidencia en NY en esos momentos y él fue con ellas a comprarme la batería y los platillos, con una ligera diferencia, me compraron una bella Tama Superstar color caoba natural que, con platillos incluidos costó US$ 1,369.00 !! Cuando llegó, no tuve otra opción que tomar un préstamo para poder completar el valor de la batería.
Entonces llamé a Wellington (EPD), de quien me había hecho pana full, pues no sabía ni afinarla. Cuando Wellington entró a mi habitación abrió los ojos y me dijo: “Pero esto es un hierro !!”. El me enseñó a afinarla y así empecé a dar palos y aprender solo, por mi cuenta.
JenD: Quienes fueron y son tus influenciadores?
JM: Sin lugar a dudas debo empezar con Wellington Valenzuela (EPD), a quien adopté como mi mentor, mas que nada en el sentido de aprender a escuchar música, y en especial en escuchar a los grandes bateristas del momento, estamos hablando a partir de finales de 1979. Lamentablemente el no tenía el tiempo ni la disposición para dar clases de batería, lo cual traté infructuosamente varias veces.
El me ponía, sobre todo, a dos de los bateristas mas importantes en ese momento, Billy Cobham y Steve Gadd. El primero una máquina explosiva, con un dominio de la técnica impresionante. El segundo un verdadero artista y creador, no solo de ritmos, sino de simples “fills” que aún hoy son objeto de estudio en diversos festivales de bateristas. Un exponente del menos es mas, de pocos “palos” pero puestos de manera magistral en el transcurso de una pieza, no en balde era el baterista mas reclamado para grabaciones en estudio. Y por supuesto, sus orígenes, Elvin Jones y Buddy Rich, a quien vi tocar con Frank Sinatra en la inauguración del Anfiteatro de Chavón en La Romana, cuyo solo quedó inmortalizado en un video que circula en YouTube.
Me gustan mucho, además, Antonio Sánchez, Vinnie Colaiuta, Jeff Porcaro, Bruford Carter y Dennis Chambers, entre muchos mas.
JenD: Realizastes estudios musicales?
JM: No, soy un auténtico autodidacta, pero todo el tiempo estoy estudiando música cuando la oigo y analizo. Incluso tuve el atrevimiento de componer una pieza cuando me invitaron a participar con mi grupo en la XIX versión del Santo Domingo Jazz Festival de Casa de Teatro…”Desde la Casa”. Un participante en un Festival de Jazz de esa importancia debe componer algo, No ? Y parece que no nos fue tan mal, pues nos volvieron evitar el año siguiente en la XX versión.
JenD: ¿Cuáles fueron algunas de las grabaciones (discos) que tuvieron el mayor impacto en ti y en tu crecimiento musical?
JM: Más que discos, prefiero referirme a artistas.
Después que aprendí a afinar la batería y ya había aprendido, a mi manera, algunos patrones rítmicos, el primer disco que puse para “tocar encima” fue el álbum “Say it with Silence” del flautista Hubert Laws, no recuerdo como cayó en mis manos, pero fue apropiado para empezar.
Chick Corea también fue de mis primeros amores, lo vi en el Teatro Nacional, traído por la embajada americana en un concierto cuya entrada costó la asombrosa suma de siete pesos dominicanos (RD$ 7.00), su música me encanta.
La música de Michael Camilo también ha tenido mucho impacto en mí, es de mis artistas favoritos, pues además es dominicano. Los cubanos, Chucho, Gonzalito, los hermanos Lopez-Nussa, etc.
Ni hablar de los grandes maestros, Bill Evans, Miles Davis, Brad Mehldau, Keith Jarrett y Herbie Hancock..en fin...me gusta la buena música.
JenD: Además de Guillo Carías, llegaste a tocar con Luís Dias, Fernando Echavarría y la Familia André - como fueron esas experiencias?
JM: Me considero una persona muy afortunada, porque he tenido la oportunidad de tocar con muchos de los mejores músicos de nuestro país, incluso llegue a tocar en una concierto de “Jazz Sinfónico” en una temporada de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Teatro Nacional, y he tenido la dicha de tocar junto a músicos de la talla de Gonzalo Rubalcaba, Manuel Sánchez Acosta, entre otros.
En 1980 fui a Casa de Teatro a ver a un tal Luis Díaz (todavía se escribía con Z), a quien no conocía. Quedé prendado de la música que ese personaje hacía, combinaba la guitarra con la percusión que el mismo hacia en ella, me recordó al brasileño Egberto Gismonti. Un par de meses después dio otro concierto y volví a verlo. Luego del concierto me acerqué a José Rodriguez, el poeta, gran amigo suyo y mío y le dije que quería conocerlo. José me presentó como percusionista, y sin conocerme me dijo: “Ven, para que toques conmigo”.
Empecé tocando los atabales, que había aprendido a tocar con Isidro Bobadilla, en ese entonces director musical del Ballet Folclórico de Fradique Lizardo, para un concierto con Ana Marina Guzmán (Convite), hasta que un día, ensayando en mi casa me dijo que su intención era formar un grupo electrónico, guitarras eléctricas, bajo y batería. Hablé con Héctor Santana y Juan Ordóñez, y así fue se armó el primer Transporte Urbano. Dimos unos cuantos conciertos memorables en Casa de Teatro.
En esos momentos la música realmente me deslumbró, imagínate, tocando con Guillo, con Luis, también me llamaban para grabar jingles comerciales, e incluso hasta pensé en dejar la arquitectura para dedicarme a ella en cuerpo y alma. Me encontraba en último semestre de arquitectura, y en un acto, no sé si llamarlo de cordura o de locura, decidí terminar mi carrera, pues iba a ser muy difícil vivir de la música que me gusta hacer. Me retiré de todos los grupos, pedí una licencia en mi trabajo y me encerré en mi casa para terminar y presentar mi tesis de grado en arquitectura el 25 de enero de 1984.
Una vez graduado salí a buscar “mis” grupos, en el caso de Transporte Urbano había incorporado a Guy (Frómeta), Guillo no estaba tocando en esos días, y me quedé un poco en el aire. Fue entonces cuando me llaman para audicionar con la Familia André y fui seleccionado como parte de la “segunda generación” para tocar los bongós y la percusión menor. En esa segunda generación entraron conmigo Chichí Peralta, Ivan Carbuccia (con quien inmediatamente formé un trío de jazz), Freddy Simó, Roberto Bello…sumándonos a los miembros originales Carlos Mario Echenique, Rafaelito Vargas y, por supuesto, Fernandito Echavarría.
Si bien, era un grupo mas cercano a aquel Módulo que a un grupo de jazz, fue una experiencia muy distinta. Tocar en un grupo de una popularidad tan grande fue impresionante. Donde quiera que llegáramos el público se volvía loco. Las canciones de Fernando conectaban con la juventud de la época, y el ritmo simple pero pegajoso eran la combinación perfecta para el éxito que tuvo este grupo. Lamentablemente, por razones de trabajo solo pude estar con los Andrés un año, tras el cual tuve un pequeño receso solo interrumpido por el nacimiento de mi hija Vanessa, momento que me llamaron para grabar en el disco infantil Tobogán, lo cual me pareció un buen legado.
JenD: Como haces para balancear tu carrera de Arquitecto con el jazz?
JM: Pues de lo mas bien, tengo en mi oficina, junto a mi escritorio, una de mis baterías armadas, a partir de las 6:00 PM, cuando los demás arquitectos se han ido, me siento a dar palos. La música es mi válvula de escape de las presiones que originan mi trabajo, con la particularidad de que no persigo las tocadas, toco porque me llaman, por eso me considero muy afortunado.
Irónicamente, la música me trajo mis primeros trabajos de arquitectura. Así fue con el Saint Michel's Grand Café, proyecto que ganó primer lugar en la Primera Bienal de Arquitectura del Caribe y que desarrollé junto a Cuquito Moré, a raíz de que tocábamos juntos con Guillo Carías. Luego les hice la casa a Manuel Tejada y Mariela Mercado, a Juan Luis Guerra y a Mariasela Alvarez...todos a partir de la música. Uno nunca sabe por donde van a venir las bendiciones.
JenD: Hablanos de tu proyecto: Jordi Masalles y Tiempo Libre. Como surge, que lo define, cual es su concepto
JM: El nombre Tiempo Libre tiene una doble acepción, por un lado refleja la libertad del tiempo inherente al jazz, pero por el otro, es cuando hago música, cuando tengo tiempo libre, aunque al final tengo que generar ese tiempo cuando tenemos que preparar nuestras presentaciones.
El concepto inició hace mucho tiempo cuando un amigo muy querido, Carlo Prandoni, era propietario del restaurant La Briciola. Me planteó que tocara una vez por semana en el patio de esa casa colonial, sin dudas, uno de los mas bellos de la Zona Colonial. El me planteó que fuera con un trío, pero a mi se me ocurrió generar el concepto de 3 + 1, pero, diferente al de Guillo, la idea era que hubiera un trio base (piano, bajo y batería) al cual se incorporaría un invitado especial distinto cada semana. El concepto funcionó a las mil maravillas, pues, por un lado Carlo se entusiasmaba con cada sorpresa en la semana, por el otro yo tampoco me aburriría. Eso me dio la oportunidad de tocar con muchos de los mejores músicos del país que iban por la aventura, generalmente un éxito.
También han pasado muchos músicos muy jóvenes que han tenido la oportunidad de coger un poco de "calle" como parte de su desarrollo musical, chicos ganadores de la beca Michael Camilo, etc.
JenD: Cuando saldrá una producción discográfica?
JM: Me ha venido dando vueltas en los últimos tiempos, la experiencia de componer para el Festival de Jazz de Casa de Teatro fue muy interesante, he pensado que me gustaría, cuando me retire de la arquitectura, dedicarme a componer música, es un pendiente que cada día esta mas cerca !
JenD: Existe para ti, hoy en día, el Afro Dominican Jazz?
JM: Tengo un amigo, Brian Farrell, profesor de Harvard, una autoridad en entomología, que además también toca batería ! Lo conocí a través de su esposa Irina Ferreras, dominicana, amiga de mis tiempos de deportista. Él me señaló que el Caribe era la tercera región con mayor biodiversidad en el mundo ! ¿ Se lo pueden imaginar ? Un aspecto más para enriquecer nuestra Marca-País, tan de moda en estos días.
También me dijo que dentro de Las Antillas, la isla Hispaniola (República Dominicana y Haiti) era la que tenía mayor biodiversidad de todas las islas del archipiélago caribeño. Por supuesto, esto ya no es difícil de deducir, pues somos los que tenemos mayores cadenas montañosas, culminando con el Pico Duarte, el mas alto de Las Antillas, el Lago Enriquillo, de agua salada ubicado 42 metros por debajo del nivel del mar, el punto mas bajo del Caribe, tenemos varios tipos de bosques tropicales, desiertos y la mayor cantidad de ríos.
Y menciono todo esto porque, de igual manera, nuestro lado de La Hispaniola, es decir, la Republica Dominicana, alberga la mayor cantidad de ritmos folklóricos que podamos encontrar en un solo país en todo el Caribe (otro aspecto mas para la Marca-País) en un sincretismo provocado por el encuentro de la cultura española y las diferentes etnias de esclavos africanos que llegaron al país en época de la colonia, e incluso a veces desde otras islas del Caribe.
Esta riqueza musical es una cantera inagotable para ser estudiada seriamente, como lo hizo el grupo Convite en los años 70. Convite nos mostró todos esos ritmos, a partir de investigaciones sociológicas muy serias.
Me parece muy valioso que los nuevos compositores de jazz se interesen en nuestras raíces, tienen mucho mérito, aunque pienso que hasta ahora las producciones son muy miméticas, se incorporan los diferentes ritmos e instrumentos que caracterizan las distintas regiones de la República Dominicana, el reto será ver hacia donde evoluciona esta incorporación ritmica.
Ahora bien, tengo dificultades con el término: “Afro Dominican Jazz”, no me gusta que utilicemos el inglés para nombrar lo que somos (o lo que pretendemos ser), nuestro idioma es el castellano, en su versión dominicana, la que un “español de España” no entiende en absoluto cuando nos visita. No me parece autentico utilizar un idioma por razones mercadeo, cuando, si decimos “Jazz Afro Dominicano” todo el mundo lo entendería, la diferencia es una sola letra.
Opiniones:
Cual es tu opinión sobre el estado del jazz en la actualidad en nuestro país? Los festivales y espacios de jazz en vivo? Los medios, con respecto al jazz.
JM: Creo que si vemos como se ha desarrollado el jazz en República Dominicana, desde los tiempos de Federico Astwood, lamentablemente ido a destiempo, sin lugar a dudas, hemos avanzado mucho. Hay varios factores que han influido:
Tu labor, Fernando, en ese proceso de difusión ha sido muy valiosa. En varias ocasiones te he adjudicado el título del relevista estrella de Federico, pues si bien este organizaba unos conciertos salteados en el año, tu te has dedicado a generar plazas para el jazz, dándole cabida a muchos talentos jóvenes que han formado sus grupos y ya hoy tienen una trayectoria muy destacada.
El éxito del Area de Música Popular en el Conservatorio Nacional de Música, iniciada con el querido Joe Nicolás y llevada a niveles estratosféricos por Javielo Vargas, ha generado una gran cantidad de chicos talentosísimos que han incursionado en el jazz de manera exitosa.
La gran cantidad de músicos que han salido a estudiar música en escuelas fuera del país.
La beca Michael Camilo, a través de la Berklee School of Music que se ha convertido en un evento anual de grandes expectativas para los músicos jóvenes para conseguir becas.
Las escuelas de música creadas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y en la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).
En fin, el futuro esta encaminado !
JenD: Jordi, visitemos el tema del momento, ya que este virus está marcando un antes y después en la vida de todos. Que ha sido para ti? Que quisieras compartir con nuestros lectores sobre este tema?
JM: Hablamos de eso en una entrega anterior, parece que hemos estado viviendo en una película desde principios del 2020, en la que cada uno de nosotros somos los protagonistas ante una situación de peligro real. He perdido muchos amigos en este período, algunos debido al propio Covid-19, y otros debido a otras causas, pienso que el estado de ansiedad que aún vivimos han acelerado procesos que han concluido con sus fallecimientos. Ha sido un período de gran ansiedad.
JenD: Como consideras será el mañana, post-virus?
JM: Se han tejido muchas historias bonitas alrededor de cómo la ecología ha mejorado en estos tiempos de Covid-19, que ha disminuido la contaminación, en fin, que la naturaleza ha mostrado signos de recuperación. A través de esta experiencia, la humanidad ha tenido la oportunidad de confirmar el daño que le hemos venido haciendo al planeta a través de siglos de "desarrollo", y ojalá aprendamos de esto para tratar de manera sostenible a nuestro medio ambiente. Yo temo que cuando las vacunas nos libren de este virus, volvamos a los mismos desmadres que habíamos venido haciéndole a La Tierra, ojalá me equivoque.
Jordi, en tus palabras – que quisieras adicionar y compartir con nuestros lectores:
JM: Que, a pesar de que empezamos a vislumbrar una luz al final del túnel con lo de la pandemia con la llegada de las vacunas, es precisamente en este último tramo que no debemos descuidarnos, porque en cierta manera hemos relajado las precauciones que teníamos al principio de todo esto, y como en una carrera de distancia, los últimos metros son los determinantes, para que seamos todos vencedores.
A Jordi las gracias por el tiempo en responder con tanta entrega cada pregunta. De parte de él y de todos nosotros en Jazz en Dominicana un gran deseo de que el 2021 sea un año que llene más páginas en la historia de nuestro Jazz.